THE WEDDING PLANET (Mónica Ochoa, febrero 2019)
Diego Almoguera (Salamanca, 1971) es un artista. Un artista exquisito y absoluto que moldea con sus manos y su destreza la sensibilidad, la delicadeza e, incluso, lo divino. Cual imaginero del siglo XVI crea figuras sublimes y entornos mágicos donde se desenvuelve lo barroco con lo actual para refrescar el alma de cuantos lo miran.

Sus obras, casi siempre de pequeño tamaño, son todo menos pequeñas en la amplitud de la palabra; porque pocas veces se tiene la oportunidad de poder contemplar un trabajo tan primoroso, tan completo y tan cuidado en objetos susceptibles de adoración y que, nada más verlos, es imposible no desear convertirlos en símbolos propios para toda una vida. Los fanales en los que atrapa universos submarinos o en los que se recrean escenarios increíbles, los altares preciosistas o las pequeñas y prolijas bibliotecas y, en general, todos esos micro mundos a los que da vida con extrema ternura, son elementos que tienen que formar parte de nuestro patrimonio para siempre. Porque debemos ser generosos con las nuevas generaciones y permitir que los que nos sucedan puedan gozar de su disfrute como nosotros lo hacemos ahora.

La obra de Diego Almoguera se convierte en ese punto exclusivo que categoriza la decoración de una casa, en el regalo único que nunca se olvida o en la herencia artística que, sin duda, todos querríamos recibir.